Los vinos de Málaga y otros secretos a voces

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La promoción de los vinos de Málaga —los dulces más famosos, pero también los blancos y los tintos— centró una nueva iniciativa de la Diputación Provincial. En 2012, creó la marca Sabor a Málaga para aglutinar al tejido agroalimentario y hostelero en torno a los productos de una provincia con un enorme potencial turístico y una rica trastienda rural o pesquera.

El Málaga Virgen es el vino más famoso de esa provincia andaluza, pero no el único. No es ningún secreto: se puso de manifiesto nuevamente en una iniciativa de Sabor a Málaga que la Diputación Provincial llevó a cabo durante la Experiencia Verema de Alicante. Ni siquiera es cierto que el clásico Málaga Virgen rojo sea el único Málaga Virgen. Aquel mismo día salió al mercado el nuevo Dunkel, palabra que significa “oscuro” en alemán —la ascendencia germánica de esos vinos— y se refiere a una elaboración recuperada ahora: un delicioso coupage de vinos de pedro ximénez naturalmente dulces y con crianzas diversas, a unos 10 euros la botella. La misma prolongada tradición que la saga que lo produce —cinco generaciones— tiene la bodega Quitapenas, que hace vermut a granel dese 1880 y ha comenzado a embotellarlo con esa misma marca: un magnífico producto de corte impecablemente tradicional. Entre los vinos de Málaga, con las DDOO Málaga y Sierras de Málaga, los hay de todo tipo. Cortijo La Fuente, que elabora un moscatel dulce tan exquisito como el Delicia nº 12, hace además un blanco fresco y afrutado con una leve crianza biológica como la del fino. Para tintos, el Capuchina Vieja, de Bodega La Capuchina, surge de la aclimatación en latitudes malagueñas de la cabernet franc —particularmente osada— y la syrah.

Todos estos vinos de Málaga se sirvieron en la Experiencia Verema y también en una comida que los de la Diputación ofrecieron a un grupo de prescriptores en el Nou Manolín, donde comparecieron con sus productos, sus recetas y su cocinero: Sergio Garrido. Por ejemplo, el salchichón malagueño, con tan poca curación —un par de días o poco más— que lo sirvieron a modo de tartar. O el gazpachuelo que se obtiene ligando una mayonesa y alargándola con fumet hasta obtener una sopa sedosa y suave. En la cumbre del menú, un chivo lechal de cabra malagueña —similar a la granadina y murciana— del que el chef obtuvo un sabor delicado y una textura melosa. No faltaron en la comida los mejores aceites malagueños, como el laureado Finca La Torre que conoce bien el lector de Diario de un Gloton.

Sabor a Málaga se creó en 2012 para aglutinar al tejido agroalimentario y hostelero de la provincia en torno a los productos de un territorio con un enorme potencial turístico y una rica trastienda rural o pesquera. Entre sus más de 700 adheridos destacan 350 chiringuitos especialistas en espeto de sardinas, el único plato con el sello Sabor a Málaga que también ostentan trescientos productores y medio centenar de restaurantes.