Murri y Terre, a la conquista de Alicante

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Murri

En San Vicente del Raspeig, Murri fue uno de esos restaurantes que pasan medio desapercibidos porque quedan fuera de ruta y no porque su cocina o su servicio no sean de los mejores. Su desembarco en Alicante lo anticipó Terre, un neobistró que se ha situado enseguida en puestos de cabeza. Terre y Murri, Murri y Terre, a la conquista de Alicante.

Gustavo Pérez —ingeniero sin más bagaje hostelero que el de un pub en Alicante y su querencia a la sumillería— abrió Murri en 2003, aunque su verdadera historia comenzó al año siguiente con el fichaje del cocinero Fernando Espuch. Su concepto gastronómico y empresarial adquirió una nueva dimensión con su orientación al catering, a partir de 2007, y tocó techo en San Vicente del Raspeig. Ahora ha cobrado una proyección colosal con el traslado de Murri a la Explanada de Alicante, en sociedad con un entramado empresarial que tiene su origen en Calzados Tempe e incluye bodegas o almazaras.

El nuevo Grupo Murri aterrizó en Alicante a primeros de año con Terre, que, tras un inicio vacilante, está ya en puestos de cabeza por lo que respecta a nuevos conceptos de restauración. En enero o febrero abrirán, siempre en la misma manzana, un new market en plan hipster: productos gourmet para llevar o consumir en un ambiente “casual”. Se llamará Abarrote. Si el tiempo lo permite y con permiso de la autoridad competente, tendrán terraza en la Explanada. Todo con “rr” y más que vendrán, a partir de un concepto que quizás haya alcanzado su sentido —“murri” es igual a “pícaro” o “canalla”— con este impresionante desembarco en Alicante.

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Terre

Murri y Terre, a la conquista de Alicante, formando un tándem —el neobistró y el restaurante gastronómico— de los que triunfan. Giran en torno a la misma cocina, pero con dos equipos totalmente diferenciados en cuanto a personal, despensa y hasta friegue. Bueno, el Josper y la salamandra los comparten. El acompasado ajetreo de la bancada de Murri se ve desde el comedor. La dirige —y eso es otro de los titulares de esta historia— el joven Nanín Pérez, delfín de una distribuidora alicantina de productos gourmet, formado en la Escuela Hofmann, fogueado en Mugaritz y procedente de Ricard Camarena: saber, inquietud, lo más sensatamente novedoso y un largo recorrido por delante. Sabor y producto, a mansalva. Tendencias y alardes, los justos. Estilo propio en lontananza. La “terre” vista con ojos “murri”. Literalmente gloriosos, el tuétano con coliflor y anguila o el arroz con los muslos del pato cuyas pechugas sirven previamente con pera escalivada. No se quedan atrás las zanahorias con cigala o el calamaret con caldo de careta. Hay menús a 33, 42 y 55 euros.

Antes, un barman de Terre —las famosas puertas giratorias— nos trae un aperitivo a base de vermut, cynar y pétalos de rosa —un traje a la medida de uno y del menú— de los que le dan sentido a lo de la coctelería. Para la Michelin 2017, Murri no habrá llegado a tiempo, pero, en próximas ediciones, jugará en la liga de las estrellas. Lo augura también la puesta en escena: la luz envolvente, la sumillería de Borja Rufo, el servicio que dirige Francisco Macías… Con la desenfadada elegancia del primero y el elegante desenfado del segundo, Murri y Terre, a la conquista de Alicante.

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