Reunión familiar en un restaurante superlento

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restaurante superlento

¿ Un restaurante superlento ? Doña Concha había convocado a sus hijos, a sus nietos y a sus primos de Albacete. Iban a celebrar una reunión familiar y reservó mesa para 18 a las 9 y media.

La mayoría llegan a la hora y les sirven cervezas, cocacolas, almendras y aceitunas. Pero los primos de Albacete llaman unos minutos más tarde: ha surgido un pequeño contratiempo y aún están a medio camino. Cuando una hora después llegan a la ciudad, no encuentran el restaurante y el yerno de doña Concha sale a buscarlos. Finalmente, hacen su aparición a las 10 y media pasadas y tienen muchas cosas que contarse. ¡Tanto tiempo sin verse y mira lo que les ha pasado!

Casi a las 11 están sentados, pero, entonces, son la hija más guay de doña Concha y su novio los que no han llegado todavía. Cuando lo hacen, ella conoce a todas las clientas del local, las saluda una por una antes de dirigirse a su mesa y les pone a todas al corriente de las últimas incorporaciones de su ropero. A las 11 y media, el maître puede, por fin, repartir las cartas, pero el yerno de doña Concha le dice que sus hijas están a punto de desfallecer, que no han merendado para poder cenar y que haga el favor de servir cualquier cosa de picar antes de tomar la comanda. El maître lo hace y cree que ya puede empuñar el bolígrafo.

restaurante superlentoVana ilusión. Ahora resulta que la hija más guay de doña Concha «no es capaz» de hablar de comida sin una botellita de vino delante y el maître le entrega la carta correspondiente. Le asesora, comprueba que la chica ha hecho un cursillo de cata y sabe muchísimo de esto, le ayuda a decidirse entre un cabernet o un merlot, abre un par de botellas, las sirve… Tomar la comanda en una mesa de 18 con tantas teclas es una tarea ardua, pero, al menos, puede abordarla de una vez.

Pasadas las 12, con la cocina al borde del motín, el maître logra por fin pinchar la nota en el comandero. Visto por el lado bueno, ya casi no queda trabajo y todo el equipo del restaurante se dedica en cuerpo y alma a sacar adelante aquella maldita mesa. Y lo hace en tiempo récord: a la 1 están en la calle.

Días después, doña Concha se encuentra a la esposa del maître en el súper y le cuenta que estuvieron donde trabaja su marido. Le pareció un restaurante superlento… ¡Dios santo, estuvieron 4 horas para cenar!

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